Cabo Raso refleja la visión artística de una pareja que recuperó un pueblo abandonado y lo transformó en una hostería que, además de alojamiento y comida, ofrece una experiencia profunda en la naturaleza.
La historia cuenta que el pueblo de Cabo Raso se fundó en 1900 cuando el presidente Julio A. Roca proyectó el tendido telegráfico de la Patagonia. Este pueblo contaba con almacén de ramos generales, juzgado de paz, estafeta de correo, telégrafo y una escuela albergue.
En 1925 fue habilitada la baliza Cabo Raso y el puerto natural del cabo se usaba para despachar la lana de las estancias vecinas y desembarcar encomiendas que eran repartidas en un radio de cien kilómetros. Todo este esplendor se apagó cuando, entre 1974 y 1979, se pavimentó la RN 3 lo cual significó la muerte de este pueblo costero como punto de intercambio comercial y social vinculado al puerto.
La visión de Eduardo y Eliane fue recuperar el pueblo perdido. En 2009 abrieron la hostería al público y en la actualidad recuperaron nueve espacios.
El Cabo “Refugio Natural” busca ofrecer una experiencia de desconexión absoluta, que lleva a una conexión con la naturaleza y con uno mismo. La ausencia completa de señal de teléfono, ralentiza el tiempo. Una hamaca solitaria frente al mar es la imagen que resume el espíritu del lugar. La playa de canto rodado, el oleaje del mar, destino de surfers, un barco encallado, una elefantería y lobería y un bunker suma historias y vivencias a este mágico lugar.